La planta de Ford Motor en Almussafes encadena un nuevo periodo de regulación temporal con la renovación por seis meses del ERTE Red, que se mantiene como la principal vía para ajustar la actividad a la carga real de trabajo sin recurrir a despidos masivos. La prórroga, autorizada a nivel institucional, se aplica con las mismas condiciones laborales que venían utilizándose en los últimos meses, lo que aporta cierto colchón de estabilidad a la plantilla en un contexto industrial especialmente delicado.
Este esquema se concibe como un instrumento de flexibilidad interna que permite adaptar turnos, líneas y equipos a una producción menguante, mientras la fábrica valenciana sigue a la espera de que se concreten las decisiones sobre el modelo multienergía y el volumen asociado que deberá llegar a partir de 2027. En un sector automovilístico europeo marcado por la transición al coche eléctrico, la alta competencia y la ralentización de la demanda, la regulación temporal actúa como un freno de mano para ganar tiempo sin vaciar de golpe la plantilla.
Prórroga del ERTE Red: mismo marco y horizonte de seis meses…

La dirección de la factoría ha confirmado que el ERTE Red se prolonga durante un nuevo semestre, respetando íntegramente las condiciones pactadas en el acuerdo suscrito para los ejercicios 2025 y 2026. De este modo, se evita reabrir la negociación desde cero y se ofrece a los trabajadores un entorno relativamente conocido mientras persisten las incertidumbres sobre la carga de trabajo futura. La aprobación por parte del Consejo de Ministros ha sido el paso clave para enlazar sin interrupciones este nuevo periodo regulatorio.
En términos de alcance, el esquema mantiene a 4.152 personas incluidas en el sistema de rotaciones, con 996 puestos diarios en situación de regulación. La idea es que la afectación no recaiga siempre sobre los mismos, sino que se planifiquen relevos periódicos para repartir los días de inactividad entre los diferentes colectivos. Este mecanismo ya se había utilizado en etapas anteriores y ahora se consolida como la forma habitual de gestionar la menor demanda de producción.
Rotaciones, inactividad y cobertura económica…

El corazón del modelo reside en las rotaciones de los periodos de suspensión, con la planta obligada a reorganizar con detalle los equipos y las líneas para alternar quién trabaja y quién se queda en casa cada jornada. Mientras casi un millar de puestos permanece parado en un día tipo, el resto de la plantilla sostiene la actividad en las cadenas de montaje, adaptando el ritmo a una realidad de menor volumen de fabricación.
En el plano retributivo, el acuerdo supone una cobertura económica relativamente elevada para los días de paro, ya que se garantiza alrededor del 90% del salario junto al 100% de los complementos. Esta combinación reduce de forma notable el impacto en la nómina de los empleados, sobre todo si se compara con una suspensión clásica sin complementos, y ha sido uno de los puntos más valorados por los representantes de los trabajadores, que veían imprescindible proteger al máximo el poder adquisitivo mientras dure la etapa de transición.
El mantenimiento íntegro de los complementos y otros conceptos ligados al puesto contribuye además a que la plantilla conserve sus niveles de ingreso habituales en la mayor medida posible, atenuando las consecuencias de los días de inactividad. Para muchos empleados, esta fórmula se percibe como un mal menor frente a escenarios más duros, como los expedientes de despido colectivo o recortes salariales estructurales.
Un mecanismo de flexibilidad frente a la baja actividad…

La prolongación del ERTE Red se interpreta en la factoría como una respuesta directa a la baja demanda de producción y a la falta de carga suficiente para mantener todos los turnos operativos. La industria del automóvil en España y en el conjunto de Europa arrastra desde hace tiempo un descenso en las matriculaciones, acelerado por la transición hacia la movilidad eléctrica, la competencia de nuevos actores y las dudas de los consumidores.
En este entorno, el expediente de regulación temporal se ha convertido en una herramienta clave para acompasar el empleo a la actividad, evitando que la empresa opte por soluciones más drásticas. La compañía defiende que el esquema actual de suspensión y reducción de jornada le permite ajustar el dimensionamiento de la plantilla a la demanda real, al tiempo que mantiene preparada su capacidad industrial para reactivar la producción cuando se confirmen nuevos modelos.
Fuentes sindicales y de la propia empresa coinciden en que esta flexibilidad pactada es la que está haciendo posible atravesar un periodo de valle productivo sin que se destruya más empleo estructural. De hecho, la prórroga se plantea como una especie de puente hasta que se despejen las incógnitas sobre el futuro industrial de Almussafes, especialmente en lo que se refiere al modelo multienergía previsto para 2027 y al número de unidades que se ensamblarán en la planta.
Incertidumbre industrial y espera del modelo multienergía…

El gran telón de fondo de la situación actual es la incertidumbre sobre el plan de productos que Ford asignará a la planta valenciana en los próximos años. Tras el fin de la producción de algunos modelos convencionales y en plena reconversión del negocio hacia el coche eléctrico, Almussafes sigue sin disponer de una hoja de ruta plenamente definida en cuanto a la gama que fabricará a medio plazo.
Esta falta de concreción genera un clima de inquietud entre la plantilla, que necesita señales claras sobre qué modelos se ensamblarán, qué ritmos de producción se prevén y cómo afectará todo ello al empleo directo e indirecto. La decisión sobre el llamado modelo multienergía, pensado para poder montar distintas tecnologías de propulsión en una misma arquitectura, se considera determinante para consolidar la carga de trabajo y asegurar la viabilidad de la factoría más allá del corto plazo.
En paralelo a la renovación del ERTE, el sindicato mayoritario, UGT, ha solicitado mantener un contacto directo con la cúpula europea de la compañía. En concreto, se ha pedido la celebración de una reunión con el presidente de Ford Europa, Jim Bambick, en la propia planta de Valencia, con la intención de abordar las perspectivas de producción y las inversiones necesarias para que la transición hacia nuevos modelos se traduzca en empleo estable y no en una sucesión de expedientes temporales.
Transición industrial y presión del entorno europeo…

La coyuntura de Almussafes se enmarca en una transformación profunda del sector automovilístico europeo, presionado por las normativas comunitarias de reducción de emisiones, la entrada masiva de fabricantes asiáticos y las oscilaciones de la economía global. La adaptación a la movilidad eléctrica exige grandes inversiones en modernización de líneas, formación de la plantilla y cambios en la cadena de suministro, procesos que no siempre avanzan al mismo ritmo que las exigencias del mercado.
La planta valenciana, que aspira a consolidarse como referente en la producción de vehículos más eficientes y sostenibles, se encuentra en una especie de paréntesis a la espera de concretar plazos, volúmenes y características de los nuevos proyectos. Mientras tanto, factores externos como el encarecimiento de la energía, los cuellos de botella en componentes y la competencia de otros centros de producción en Europa condicionan cualquier planificación estratégica a largo plazo.
Todo ello explica que el actual ERTE Red funcione como un mecanismo de contención y ajuste fino más que como una solución definitiva. La continuidad del expediente permite ganar margen mientras se aclaran las decisiones corporativas, pero no sustituye la necesidad de un plan industrial sólido que fije objetivos claros y garantice una carga de trabajo sostenida para los próximos años.
El papel de los sindicatos y la prioridad del empleo…

Los sindicatos, con UGT como fuerza mayoritaria, sostienen que los acuerdos temporales como el ERTE solo tienen sentido si sirven para preservar el mayor número posible de empleos hasta la llegada de nuevos proyectos. Defienden que esta herramienta debe entenderse como una medida excepcional para afrontar la falta puntual de pedidos y no como un mecanismo permanente de gestión de la plantilla.
Paralelamente, las organizaciones sindicales reclaman a la multinacional mayor claridad sobre sus planes industriales, así como un incremento de la inversión en la planta. También exigen un compromiso firme con la formación en nuevas tecnologías vinculadas al vehículo electrificado y a la digitalización. El temor principal es que la indefinición sobre modelos y volúmenes de producción termine provocando, a medio plazo, nuevos recortes de empleo si no se concretan los anunciados lanzamientos.
A pesar de estas inquietudes, la prórroga del ERTE se percibe como una solución razonable para ganar tiempo y mantener la cohesión de la plantilla, gracias a una protección salarial superior a la de expedientes anteriores. La rotación equitativa y los complementos salariales suavizan su impacto, aunque persiste la incertidumbre. El nuevo semestre se plantea así como una fase de ajustes y negociaciones, donde la estabilidad inmediata depende del ERTE y la seguridad a largo plazo, de los futuros proyectos industriales.


